La herencia biocultural que dio origen a los destilados de agave enfrenta una expansión industrial que compromete la supervivencia de sus principales polinizadores.
Desde su hogar en San Diego La Mesa Tochimiltzingo, Puebla, Fabiola Torres Monfil observa cómo las montañas que la vieron crecer se transforman. Entre los últimos reductos de bosque, maquinaria pesada remueve tierra para sembrar agaves en monocultivo. Estas plantas siempre han sido parte del paisaje local, pero en la última década, el panorama ha cambiado drásticamente. “Antes los quiotes alumbraban todos los cerros”, recuerda la maestra mezcalera, heredera del oficio familiar.
Los agaves (Agave spp), nativos de América, crecen desde el sur de EE. UU. hasta el norte de Sudamérica. En México, su uso ancestral ha derivado en diversos destilados, especialmente el mezcal, cuya demanda internacional explotó tras la inclusión de la gastronomía mexicana en la lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco en 2010. El país alberga el 75% de las especies de agave del mundo. Estas plantas florecen una sola vez al final de su vida, en un proceso que puede durar entre seis y 40 años, dependiendo de la especie. La floración genera un quiote alto y, tras producir frutos y semillas, la planta muere. También pueden reproducirse por hijuelos genéticamente idénticos a la planta madre.
El aprovechamiento de los agaves se remonta a hace más de 10,000 años. Sus fibras sirven para hacer objetos como sombreros y canastos; su corazón da lugar al pulque y a destilados como el tequila o el mezcal; sus pencas y puntas se usan en la cocina tradicional y como herramientas.
Murciélagos y agaves: una relación milenaria
La polinización de los agaves depende en gran medida de los murciélagos nectarívoros, aunque su rol suele subestimarse frente al de las abejas. En México, tres especies están estrechamente ligadas a estas plantas: el murciélago magueyero mayor (Leptonycteris nivalis), el magueyero menor (Leptonycteris yerbabuenae) y el trompudo (Choeronycteris mexicana). Los dos primeros están en peligro debido, entre otras razones, a su dependencia del agave, según la Semarnat.
Esta relación entre plantas y murciélagos tiene más de 10 millones de años. Ana Ibarra, de Bat Conservation International, explica que los agaves alargaron sus quiotes y sincronizaron su floración con la migración nocturna de los murciélagos, mientras estos desarrollaron trompas adaptadas para alimentarse sin dañar la flor. Esta interacción promueve la diversidad genética, clave para enfrentar fenómenos como sequías o plagas.
Con un rango de vuelo de hasta 50 km por noche, los murciélagos transportan polen y garantizan una polinización cruzada eficaz. La variedad de agaves en México se explica, en parte, gracias a este mecanismo natural.
Mezcal sin quiotes, murciélagos sin alimento
El auge del tequila en los años 90 impulsó la fama mundial de los destilados mexicanos. Aunque la zona de denominación del tequila está limitada legalmente, el mezcal se produce en casi todo el país a partir de distintas especies de agave. Para elaborarlo, se corta la planta entera justo cuando concentra su mayor cantidad de azúcares, lo que impide la floración y deja a los murciélagos sin fuente de alimento.
La pérdida de hábitat, la destrucción de refugios y la falta de alimento han reducido la población del murciélago magueyero mayor en casi un 50%, explica Ibarra. “Cuando el mezcal se puso de moda, ya sabíamos que esto pasaría, porque ya lo habíamos visto con el tequila”.
Antes, la producción mezcalera era estacional y se dejaban agaves silvestres en el campo. Hoy se destila todo el año, y casi todo el agave proviene de monocultivos de hijuelos. “Ya casi no queda agave en el cerro”, dice Torres.
El proceso mezcalero tradicional también implica un alto consumo de madera para cocer las piñas, lo que incrementa el daño ambiental.
La industria y su impacto creciente
Diana Pinzón, ingeniera forestal, advierte que, aunque la imagen del murciélago se usa en campañas publicitarias, pocos consumidores entienden el verdadero daño ecológico que implica el mercado del mezcal. Hace una década, ella y Fabiola Torres fundaron Zinacantán, un proyecto que busca conservar los ecosistemas, la biodiversidad y la cultura mezcalera. El nombre significa “tierra de murciélagos” en náhuatl.
En 2024, al visitar la reserva Cuenca de Ojos en Sonora, quedaron impactadas por ver tantos quiotes en flor. “Se nos olvida que antes así eran todos los cerros”, dice Torres.
A menudo, la expansión de monocultivos o el cambio de uso de suelo llega disfrazada de progreso para comunidades empobrecidas. Pero a largo plazo, estas prácticas degradan el suelo, agotan el agua y rompen los lazos culturales, dejando a las comunidades sin opciones de arraigo ni seguridad alimentaria.
Son daños profundos, difíciles de revertir, especialmente para comunidades marginadas y racializadas.
Un camino distinto es posible
Torres y Pinzón han logrado desmarcarse del modelo extractivista. Cultivan agaves desde semilla, sin agroquímicos, en lotes pequeños y con tiempos de producción limitados. Dejan florecer al menos el 30% de sus plantas, ofreciendo alimento a los murciélagos. Para ellas, conservar el patrimonio biocultural es prioridad.
Su visión es colectiva: se han unido al Fondo Agavero, una red de familias comprometidas con la conservación. Pinzón sueña con corredores de alimentación para murciélagos: terrenos conectados cada 50 kilómetros donde se deje florecer el agave y se siembren nuevas plantas cada año.
El fondo ya está dando frutos. Han creado bancos de semillas, restaurado ecosistemas y promovido prácticas libres de agroquímicos en varias regiones. Además, impulsan una reflexión colectiva sobre el impacto de la industria.
“La base de la conservación es la confianza con las comunidades, para que no olviden que la tierra es lo único que les queda”, afirma Pinzón. Pero el reto es enorme: el futuro se vislumbra sin bosques, sin agua, sin polinizadores. La vida de muchas comunidades indígenas y campesinas depende de decisiones urgentes y transformadoras.
Fuente: https://elpais.com/mexico/2025-05-27/el-auge-del-mezcal-esta-destruyendo-los-ecosistemas-de-los-murcielagos-en-mexico.html