Las alternativas al uso de la gasolina están creciendo
en este país, lo que abre nichos con buenas perspectivas de mercado.
Las
energías renovables dejaron de ser ya un concepto utópico para convertirse
en una realidad. A pesar de la gran dependencia mundial del crudo tradicional
-la Agencia Internacional de la Energía (AIE) estima la demanda
global en más de 90 millones de barriles de petróleo (bdp) al día-,
fuentes alternativas de combustibles renovables comienzan a despuntar.
Los biocombustibles,
que pueden utilizarse como sustitutos de la gasolina,
el diésel e incluso de la turbosina, que es el combustible utilizado
por los aviones, además de la biomasa o el bioetanol son
algunos de los nuevos productos “verdes” que podrían servir para echar a andar
los más de cuatro millones de coches que circulan a diario en la
Ciudad de México y los más de 28 millones en todo el país, según la estimación
del parque vehicular de Plataforma México y la Secretaría de Seguridad Pública.
Impulso legal y empresarial
Cancún fungió de ciudad sede para
la COP 16, el principal foro contra el cambio climático en todo el mundo, lo
que revela la importancia del tema para México, que está demostrando su
liderazgo en el cultivo de energías renovables. No obstante, hay mucho por
hacer para levantar al país que aún ocupa el puesto 84 en sostenibilidad, según
el índice de Desempeño elaborado por la Universidad de Yale, en Estados Unidos.
El mayor parque de energía
eólica de América Latina se inauguró en Oaxaca durante 2012. Este proyecto
contó con una inversión de cerca de 600 millones de dólares (mdd), según cifras
oficiales y, entre los principales inversionistas se encontraban Bimbo y Femsa,
dos de las empresas más importantes del país.
Durante la Cumbre de Negocios Verdes que
acogió el Tecnológico de Monterrey en octubre del 2017, el director general de
Grupo Bimbo, Daniel Servitje, criticó la política de subsidios a las gasolinas,
que cuesta al gobierno más de 20 mil mdd anuales y declaró que hasta que no se
pague un precio justo por la gasolina “no se podrá crear un mejor ambiente para
la economía verde”.
Otras grandes empresas, como General
Electric, se han comprometido a comprar cinco mil millones de galones de
biocombustibles por año, con el objetivo de utilizarlo en las pruebas para
motores de aviones.
Desde
el sector privado organizaciones como la Asociación de Productores de
Biocumbustibles impulsan un proyecto para aprobar una Ley de
Biocombustibles, que permita crear un sector dinámico y competitivo, capaz de
producir e incluso exportar combustible renovable. No hay que olvidar que dos
países latinoamericanos, Brasil y Argentina, son junto con Estados Unidos, los
tres mayores exportadores de biocombustibles en el mundo.
En
algunos Estados, como Chiapas, las iniciativas para producir combustible “verde”
han sido emprendidas por varias empresas y sectores de forma conjunta. Durante
el verano de 2012, la Unión de Sociedades Bioenergéticas de Chiapas anunció una
inversión de 600 millones de pesos (mdp) para el cultivo de 10 mil hectáreas de
jatropa. Una planta que permite extraer aceite que puede ser utilizado como
combustible para biodiesel. El Estado chiapaneco ya cuenta con una planta y una
expendedora de este combustible.
El
cultivo de jatropa ha sido impulsado por la Secretaría de Comunicaciones y
Transportes que, a través de un acuerdo con el Consejo para el Desarrollo
Económico de Sinaloa, planea delinear una estrategia que permita el
cultivo y procesamiento de esta planta para su transformación en
biocombustible, de forma específica para el parque de aeronaves.
¿Política energética de México?
Por ser México productor y exportador de
petróleo, la investigación de energías renovables no estaba entre sus
prioridades. Incluso a pesar de estar fincada la economía nacional en los
ingresos del petróleo, la inversión en Petróleos Mexicanos para nuevas
refinerías o nuevos desarrollos ha sido muy limitada. México no ha aprovechado
los altos precios del petróleo del sexenio de Vicente Fox, y los ingresos
extraordinarios no se han invertido, sino que se ha optado por endeudarse más.
Al ritmo de la producción actual tenemos reservas probadas para 9.5 años; con
relación al 2001, éstas cayeron en un 31%.
A pesar de lo alarmante de estos datos,
México carece de una política energética que lleve a dejar de depender en un
90% de los hidrocarburos. El promedio mundial es de un 60% de dependencia de
éstos.
No
obstante, para el tránsito de un paradigma energético a otro no es suficiente
con una ley sobre bioenergéticos, se necesitan recursos para el desarrollo de
investigación e infraestructura de fuentes renovables de energía y no solo
apostarle a los agrocombustibles. Una política energética debiera contemplar el
abanico de posibilidades de energías renovables, ya que no podrán ser
sustituidos los combustibles fósiles con solo un recurso energético. Por
ejemplo, México tiene capacidad geotérmica, eólica, solar y la controversial
nuclear.
Variedades de cultivo
Si
bien la soya, el maíz, la caña o el sorgo son cultivos
comestibles que se utilizan para producir biocombustibles, otros, como las
algas, también son potencialmente cultivos aptos para generar biomasa y
biodiesel.
Expertos
del sector estiman que cuatro mil metros cuadrados de cultivo de jatropa pueden
generar más de 700 litros de combustibles por año; 300 litros en el caso de
la soya; mil 500 litros en el de la camelina; dos mil 300 en el caso de
la palma, en donde Costa Rica destaca como uno de los principales
productores; y hasta 275 mil en el caso de las algas.
En
México, la jatropa y el sorgo son dos de los cultivos que
mayor impulso tienen hasta el momento. Aunque otros productores han encontrado
diferentes métodos para crear combustible a partir, por ejemplo, del aceite
usado de cocina.
¿Cuánto estarías dispuesto a pagar por un
litro de biogasolina para cuidar proteger al medio ambiente?
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