martes, 16 de junio de 2020

No se debe de sacrificar el medio ambiente

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Los Gobiernos deben cuidarse de no sacrificar los esfuerzos de descarbonización mundial en el altar de la prosperidad económica. Pero, al mismo tiempo, no deben desacelerar el crecimiento para lograr un mundo más limpio. Es mejor encontrar una manera de hacer ambas cosas. La crisis del Covid-19 ha puesto en primer plano dos temas que prevalecen en las actuales actitudes económicas hacia el calentamiento global.

En primer lugar, esta emergencia ha demostrado que existe una actitud muy preocupante entre los políticos, los economistas y posiblemente el público en general de que abordar las preocupaciones ecológicas es un lujo y debe pasar a un segundo plano cuando las economías están en dificultades. Dado que recuperar el crecimiento perdido en los últimos dos meses podría llevar décadas, las cuestiones ecológicas podrían pasar permanentemente a un segundo plano hasta que las economías vuelvan a niveles similares a los de principios de 2020.

En segundo término, ha aumentado el riesgo opuesto de que el público reaccione a la pandemia rechazando el comercio mundial y la globalización, y en su lugar adopte modelos económicos restrictivos que a primera vista podrían reducir las emisiones de CO2, pero a un coste masivo para el crecimiento económico mundial.

En este escenario de "decrecimiento", la falta de recuperación se convierte aparentemente en la principal herramienta contra el calentamiento global. Sin embargo, es cuestionable si sería política o socialmente aceptable que las economías perdieran colectivamente en 2021 cualquier recuperación respecto a la actual recesión y luego aceptaran una nueva recesión de una década de duración por medio de una agenda de decrecimiento.

Si consideramos la intensidad de carbono como una unidad de carbono por unidad de PIB, esperamos ver que el crecimiento del PIB mundial muestre que las emisiones de CO2 disminuyen en un 6% este año. Si bien esto podría parecer que muestra que un menor crecimiento mundial es mejor para el medio ambiente, todavía está muy lejos de la tasa de disminución calculada por la Coalición Mundial de Inversores (GIC) como necesaria para mantener el calentamiento global por debajo de 1,5 grados para finales del siglo XXI.

Todavía tendríamos que ver una nueva reducción del 13% y esperaríamos que las emisiones de CO2 se recuperen, como lo hicieron después de la crisis financiera de 2008-2009, en 2021. Por lo tanto, la contracción económica no nos ha dado más tiempo para resolver el calentamiento global, ni la recesión ha tenido un impacto significativo en el cambio de nuestra producción de CO2.

A pesar de la crisis, no podemos posponer el aumento de nuestros esfuerzos para descarbonizar nuestras economías. Si lo hacemos, pronto nos quedarán dos opciones sombrías: o bien renunciamos a frenar el calentamiento global y aceptamos los devastadores costes ambientales, sociales, económicos y geopolíticos, o bien entramos en un período de recesión duradera.

Fuente:
https://www.eleconomista.es/opinion-blogs/noticias/10606066/06/20/No-debemos-sacrificar-el-medio-ambiente.html

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