A nivel global el hidrógeno se encamina rápidamente a convertirse en una fuente de energía ampliamente aprovechable. Se estima que el hidrógeno se encuentra en el 75% de la materia visible del universo y que es abundante en nuestro planeta. Si bien no existe en estado libre en la Tierra, forma parte de las moléculas más importantes para la vida. A partir de ellas puede producirse, por ejemplo, del agua a través de electrólisis, o de hidrocarburos como el gas natural, a partir de la reformación u oxidación parcial.
Esta exuberancia hace que el hidrógeno sea un recurso que puede sostener niveles de producción suficientes para remplazar el consumo de combustibles fósiles, con eficiencia y menor contaminación. El hidrógeno es un energético que puede ser almacenado, rápidamente reabastecido y con la ventaja de poder emplearse para generar la electricidad que alimente un motor eléctrico. Estas características permiten considerarlo como una de las tecnologías que pueden emplearse en los sectores ampliamente dominados por los combustibles fósiles, aunque por ahora su producción y utilización es menos flexible que los productos refinados.
México tiene ante sí el reto de transitar hacia un nuevo sistema energético, eficiente, basado en recursos abundantes, que nos permita eliminar las emisiones de gases efecto invernadero (GEI) y otros contaminantes. En las últimas dos décadas hemos ampliado la matriz energética con un creciente porcentaje de renovables, pero seguimos dependiendo de los energéticos fósiles. El gas natural se ha convertido en un energético de transición hacia un sistema cada vez más adaptado a la generación regional de electricidad, más amigable con el ecosistema. De hecho, en la actualidad el gas natural es la principal fuente de obtención de hidrógeno; según datos de la Agencia Internacional de Energía, el 6% de la producción mundial de gas natural se destina a la producción de hidrógeno.
Al aumentar la disponibilidad del hidrógeno como energético, el concepto de "transición energética" toma nuevos significados, pues para generar electricidad o sintetizar combustibles, nos permite considerar la sinergia y complementariedad entre el gas natural, el hidrógeno, las renovables, los biocombustibles y la energía nuclear, mientras se realiza un desfase gradual del carbón y los petrolíferos. En este sentido, el hidrogeno es un claro ejemplo de esta transición. Conforme exista una mayor penetración de energía renovable, la producción de hidrógeno a partir de electrólisis del agua empleando energía renovable podrá jugar un papel más relevante, desplazando a la producción a partir de gas natural, en donde se generan nueve kilogramos de CO2 equivalentes por cada kilogramo de H2.
Con el hidrógeno podríamos incrementar la oferta de energéticos para cubrir múltiples aplicaciones: desde procesos industriales que exijan temperaturas cada vez más altas, movilidad de las personas y bienes, hasta la autonomía de nano aplicaciones y robots. También el hidrógeno permitiría almacenar la energía de las fuentes renovables cuando existan excedentes que, de otra manera, se perderían.
Varios países en América, Europa, Asia, Medio Oriente, han adoptado estrategias para el desarrollo de la industria del hidrógeno. Quieren acelerar esta transición. Varios de ellos han iniciado el proceso legal e institucional que desde ahora facilite las inversiones en ciencia, tecnología, infraestructura, equipos, redes de transporte, almacenamiento y distribución, a fin de que el hidrógeno forme parte de la matriz energética. El conocimiento es global, en tanto que la implementación es local.
El desarrollo de la producción y consumo del hidrógeno como energético también abre oportunidades para impulsar la economía, al igual que en otras épocas lo hicieron los hidrocarburos, el carbón y la energía nuclear. En México pocas veces hemos tenido la oportunidad de sentar las bases para el desarrollo de una nueva rama de desarrollo energético a nivel nacional como la que ahora ofrece el hidrógeno.
Hoy, grandes multinacionales de la energía, de los equipos o de los componentes llevan unos pasos de ventaja en la ciencia y las tecnologías para la producción y el aprovechamiento del hidrógeno como energético. Sin embargo, aún es el momento adecuado para que en México estructuremos los proyectos de desarrollo y las cadenas de proveedores que permitan crear desde ahora un pujante sector abocado al hidrógeno, con una visión de largo plazo.
Fuente:
https://www.energiaadebate.com/energia-limpia/titulo-hidrogeno/
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