¿Qué pasaría si tu casa pudiera responder a la rotura de una de sus vigas estructurales simplemente reparándose a sí misma, o si los puentes pudieran parchear sus propias grietas en el momento en que aparecen?
Aunque suene a fantasía, existe un campo de investigación cada vez más amplio dedicado a los llamados “materiales vivos” que algún día podrían permitir esa funcionalidad. Un nuevo ejemplo del Imperial College de Londres aplica este tipo de pensamiento a pequeños bloques de construcción en 3D que pueden reparar sus propios daños.
Un ámbito de la investigación sobre materiales vivos en el que estamos viendo bastante actividad es el del hormigón, con estudios que demuestran cómo las bacterias pueden incrustarse en el material y responder a los daños causados por el agua produciendo piedra caliza o pegamentos especiales que rellenan las grietas.
Los autores del nuevo estudio se propusieron desarrollar materiales vivos de ingeniería (ELM) que puedan reparar sus propios daños mediante un sistema de detección y respuesta de inspiración biológica. Esto se basaría en trabajos anteriores del grupo sobre materiales similares capaces de detectar cambios a su alrededor, desarrollando versiones que podrían adoptar un papel más activo y servir como bloques de construcción versátiles para una serie de propósitos.
Para ello se usó una bacteria llamada Komagataeibacter rhaeticus, que se modificó genéticamente para producir cultivos celulares fluorescentes con forma de esfera, denominados “esferoides”.
Estos esferoides tridimensionales pueden organizarse en formas y patrones como si fueran bloques de construcción, y el equipo puso a prueba su capacidad de autorreparación en un material estructural natural llamado celulosa bacteriana.
La celulosa bacteriana es un material similar a un andamio que sintetizan algunas bacterias y que tiene un amplio potencial en varias industrias, encontrando uso en papel de alta resistencia, filtros en altavoces y en la atención médica como vendaje de heridas.
Los científicos perforaron agujeros en una gruesa capa de celulosa bacteriana y luego plantaron sus esferoides en los huecos. Tras tres días de incubación, los esferoides repararon el daño y recuperaron la consistencia y el aspecto del material original.
Los científicos se imaginan que algún día podrán integrar los esferoides en los materiales de construcción para darles la capacidad de repararse a sí mismos. Esto podría dar lugar a parabrisas que arreglen sus propias grietas, aviones que reparen sus propios fuselajes o baches que se sellen solos en la carretera.
Ese futuro está muy lejos, pero los científicos trabajan para conseguirlo fusionando sus esferoides con materiales como esponjas, madera y algodón. Sin embargo, las aplicaciones más a corto plazo de esta tecnología se encuentran en el campo de la medicina.
Fuente:
https://ecoinventos.com/bacterias-materiales-de-construccion-vivos/
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