Al clasificar automáticamente las células usadas, esta máquina simplificará la fabricación de baterías de segunda vida. El robot, actualmente un prototipo, ofrece la posibilidad de fabricar baterías mucho más baratas.
Las baterías domésticas siguen siendo demasiado caras para los particulares. A pesar de las numerosas ventajas de esta forma de almacenamiento de electricidad, la inversión rara vez resulta rentable. Sin embargo, hay una forma muy asequible y mucho más ecológica de comprar una batería: construirla uno mismo a partir de pilas usadas.
Los aficionados experimentados ya fabrican sus propias baterías de segunda vida por unos pocos cientos de euros. Recogen las células de los dispositivos usados: sobre todo, ordenadores portátiles y herramientas inalámbricas. La recogida se realiza de forma manual, en tiendas de electrónica y en puntos de recogida voluntaria.
A continuación, estos aficionados tienen que llevar a cabo un largo y tedioso proceso de clasificación de las células.
Una gran parte de las celdas recogidas ya no están en uso y, por tanto, ya no pueden suministrar energía. Para encontrar las células desgastadas pero aún operativas, hay que probarlas una por una.
Medición de la tensión, pruebas de carga y descarga: cada célula se somete a un banco de pruebas, realizado totalmente a mano, antes de poder colocar la nueva batería. Cuidado con los errores: una sola célula defectuosa que pase inadvertidamente por el filtro puede comprometer la seguridad y el rendimiento de la batería.
En el futuro, esta etapa crucial podría simplificarse considerablemente y hacerse más fiable.
Se acaba de presentar en el Reino Unido una pequeña máquina especialmente diseñada para clasificar células usadas.
Ha sido diseñada por tres empresas británicas: Aceleron, Innvotek y MEV, con la ayuda del centro de innovación de la Universidad de Brunel.
El prototipo está alojado en una cabina compacta, donde un brazo maneja las células y realiza las pruebas de forma autónoma. Según Aceleron, actualmente está configurado para retener sólo las células que están por encima del 70% de salud. Sin embargo, en función de las necesidades del cliente, debería ser posible seleccionar otros niveles de degradación.
Así, podemos imaginarnos una máquina de este tipo instalada en talleres comunes donde los «makers» pueden utilizar herramientas para llevar a cabo sus proyectos. Un particular o un profesional que desee fabricar su propia batería podría así depositar sus pilas viejas recogidas allí para recuperar sólo las que se ajusten a las especificaciones de su elección, sin riesgo de manipulación.
Además de ser muy baratas o incluso gratuitas, las pilas usadas permiten fabricar baterías mucho más respetuosas con el medio ambiente que los modelos nuevos. Las celdas viejas que aún están operativas se salvan de los vertederos o del reciclaje, que sigue siendo muy intensivo en energía. También ahorran litio, entre otros materiales estratégicos para la transición energética, recursos cuyo suministro es incierto a largo plazo.
Con millones de coches eléctricos (sin contar los modelos híbridos, que también tienen una batería) actualmente en circulación en Europa, además de decenas de miles de millones de objetos inalámbricos, el conjunto de células usadas es absolutamente colosal.
Fuente:
https://ecoinventos.com/maquina-simplificar-la-fabricacion-de-baterias-de-segunda-vida/
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