El hormigón es un material muy utilizado en la construcción, pero su fabricación es una de las principales causas de emisiones de dióxido de carbono (CO2) a nivel mundial. CarbiCrete ha desarrollado una solución llamada hormigón carbono-negativo que utiliza escoria de acero en lugar de cemento y puede absorber más CO2 de lo que emite durante su producción, proporcionando una forma de construir estructuras duraderas sin dañar el medio ambiente. El hormigón carbono-negativo es una opción sostenible y ecológica para la construcción de edificios, carreteras y otras estructuras.
Se dice que el hormigón es el material más utilizado en la Tierra después del agua. Lo podemos encontrar por todos sitios, pero nunca pensamos en él. La sociedad moderna, tal y como la conocemos, se ha construido sobre él.
La fabricación de cemento, el ingrediente clave del hormigón, representa el 8% de las emisiones mundiales. ¿Qué podría sustituir, de forma fiable y asequible, al hormigón?
Una empresa emergente llamada CarbiCrete ha desarrollado una solución prometedora: el hormigón carbono-negativo.
El ingrediente clave del hormigón es el cemento, un compuesto complejo a base de calcio, silicio, aluminio, hierro y otros ingredientes. Estos elementos se calientan a temperaturas extremadamente altas, lo que provoca una reacción química en la que algunos elementos se queman y los restantes se convierten en polvo. En primer lugar, se quema carbón o gas natural para generar la energía y el calor necesarios para alcanzar temperaturas tan altas y, en segundo lugar, la reacción química de los compuestos del cemento emite CO2.
El polvo de cemento se mezcla con áridos como arena y grava, y cuando se añade agua se produce otra reacción química que hace que toda la mezcla se endurezca, alcanzando su plena resistencia en poco menos de un mes.
CarbiCrete ha eliminado por completo el cemento y lo han sustituido por escoria de acero. Una vez extraído el hierro del mineral para fabricar acero, la escoria es lo que sobra. No es raro utilizar la escoria como árido en la construcción, sobre todo para pavimentar carreteras.
Mezclan la escoria con áridos y agua, y luego vierten la mezcla en moldes para hacer CMUs (unidades de mampostería de hormigón, los bloques de hormigón utilizados para la construcción).
El último paso consiste en curar los bloques para que se endurezcan y alcancen plena resistencia. Esto ocurre en una cámara de absorción en la que se inyecta CO2, lo que provoca otra reacción química: «Durante el proceso de carbonatación, el CO2 se captura permanentemente y se convierte en carbonatos cálcicos estables, llenando los huecos de la matriz para formar una estructura densa y dando al hormigón su resistencia«. La resistencia total se alcanza en 24 horas.
Lo que hace que CarbiCrete sea carbono negativo en lugar de carbono neutro es que la empresa utiliza gas CO2 procedente de respiraderos industriales en sus cámaras de absorción. De este modo, no se genera CO2 y se absorbe parte del que se ha eliminado de la atmósfera.
La empresa afirma que sus CMU tienen unas propiedades mecánicas y de durabilidad equivalentes o superiores a las de los CMU a base de cemento, incluida una mayor resistencia a la compresión de hasta el 30% y una mejor resistencia a la congelación/descongelación.
Sin embargo, un posible inconveniente es que, dado que la absorción de CO2 es una parte crítica del proceso y debe realizarse en una cámara especial, CarbiCrete sólo puede utilizarse en forma prefabricada; no puede colocarse en un camión hormigonera y verterse in situ en un lugar de construcción. En lugar de vender CMU, CarbiCrete concede licencias de su tecnología a fabricantes de hormigón, que pueden aplicar la tecnología de la empresa en instalaciones de prefabricados. Dependiendo del tamaño de la cámara de absorción, la tecnología podría utilizarse para fabricar bloques, paneles, vigas o cualquier otro producto prefabricado.
CarbiCrete afirma que si una planta típica de producción de CMU adopta su tecnología, el impacto medioambiental puede ser significativo, con 20.000 toneladas de CO2 reducidas y eliminadas, 4.400 m3 de agua ahorrados y 33.000 toneladas en vertederos evitados anualmente.
Aún estamos lejos de convertirnos en una tecnología de construcción verdaderamente sostenible, pero el hormigón carbono-negativo, aunque sea a pequeña escala, es un paso en la dirección correcta.
Fuente:
https://ecoinventos.com/carbicrete/
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