lunes, 15 de mayo de 2023

Las olas de calor "estadísticamente imposibles" que están ocurriendo en varias regiones

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En el verano boreal de 2021, se rompió el récord de temperatura en Canadá, superando el máximo histórico en casi 5 ℃. La nueva marca de 49,6 ℃ supera las temperaturas registradas en cualquier otra parte de Europa, como España, Turquía y otros lugares.

Este récord se estableció en Lytton, una pequeña aldea ubicada a pocas horas en automóvil desde Vancouver. La región no es conocida por experimentar temperaturas tan extremas, lo que sorprendió a muchos científicos.

La ola de calor que afectó el noroeste de Estados Unidos y Canadá durante ese verano dejó perplejos a los expertos. Desde una perspectiva puramente estadística, parecía casi imposible que esto ocurriera.
Es crucial realizar un seguimiento de estas olas de calor excepcionales, no solo porque representan un peligro en sí mismas, sino también porque los países tienden a prepararse en función de los eventos más extremos que hayan experimentado en su historia colectiva.

De esta manera, una ola de calor sin precedentes puede motivar la implementación de políticas de acción para mitigar el impacto de las altas temperaturas en el futuro. Un ejemplo destacado es la ola de calor severa que afectó a Europa en 2003 y que se estima provocó un exceso de muertes que osciló entre 50,000 y 70,000 personas. Aunque ha habido olas de calor más intensas desde entonces, ninguna ha resultado en una tasa de mortalidad tan alta, gracias a los planes que se desarrollaron después del evento de 2003.

Una de las interrogantes más importantes al estudiar estos eventos de calor extremo es "¿cuánto tiempo pasará hasta que experimentemos otro evento de igual intensidad?" Esta pregunta plantea un desafío complejo, pero afortunadamente existe un campo de la estadística conocido como teoría de valores extremos, que ofrece métodos para abordarla utilizando eventos pasados como referencia.

Sin embargo, la ola de calor en el noroeste de América del Norte es uno de varios eventos recientes que han cuestionado este enfoque y que, según la teoría de valores extremos convencional, no deberían haber sido posibles. Este "colapso" de la estadística se produce cuando no se considera la combinación específica de mecanismos físicos que podrían no estar presentes en los eventos registrados en el pasado.

Al analizar los registros históricos desde 1959 hasta 2021, hemos descubierto que aproximadamente el 31% de la superficie terrestre ha experimentado un calor que estadísticamente se considera improbable, aunque la ola de calor en Estados Unidos y Canadá es excepcional incluso dentro de estos eventos. Estas regiones no siguen un patrón espacial claro, ya que se distribuyen de manera dispersa por todo el mundo.

*Llegamos a conclusiones similares al analizar conjuntos amplios de datos generados por modelos climáticos, que incluyen múltiples simulaciones computarizadas del clima global. Estas simulaciones son extremadamente útiles, ya que ofrecen una duración efectiva de un "registro histórico" simulado mucho más extenso, lo que nos proporciona numerosos ejemplos de eventos raros.

Si bien este análisis de los eventos más excepcionales es interesante y nos advierte sobre el uso exclusivo de métodos estadísticos para evaluar los límites de los extremos físicos, las conclusiones más importantes de nuestro trabajo provienen de la otra perspectiva: las regiones que no han experimentado eventos particularmente extremos en el pasado.Identificamos una serie de regiones dispersas por todo el mundo que, en las últimas seis décadas, no han experimentado temperaturas extremadamente altas en relación con su clima habitual. Como resultado, estas regiones tienen una mayor probabilidad de enfrentar eventos que superen los récords en un futuro cercano.

Estas regiones carecen de la experiencia de eventos climáticos atípicos y tienen menos incentivos para prepararse ante tales situaciones. Por lo tanto, podrían sufrir considerablemente las consecuencias de una ola de calor sin precedentes.

Además, factores socioeconómicos, como el tamaño de la población, el crecimiento demográfico y el nivel de desarrollo, agravarán aún más estos impactos.

Al tener en cuenta las proyecciones de crecimiento poblacional y económico, hemos evaluado las regiones que enfrentan un mayor riesgo a nivel global. Entre estas regiones se encuentran Afganistán, varios países de Centroamérica y el extremo oriente de Rusia, entre otros.
Puede resultar sorprendente que estas regiones estén en riesgo, ya que no son las primeras que vienen a la mente cuando se consideran los impactos del calor extremo debido al cambio climático, como ocurre con India o el Golfo Pérsico. Sin embargo, estos países han experimentado recientemente olas de calor severas, lo que los ha llevado a tomar medidas para prepararse de la mejor manera posible.
Europa Central y varias provincias en China, incluyendo el área alrededor de Pekín, también presentan vulnerabilidad considerando la intensidad de los récords y el tamaño de su población. Sin embargo, dado que son regiones más desarrolladas, es probable que ya cuenten con planes para mitigar los impactos severos.

En general, nuestro trabajo resalta dos temas importantes. En primer lugar, las olas de calor estadísticamente improbables pueden ocurrir en cualquier lugar del mundo, y debemos ser cautelosos al utilizar únicamente los registros históricos para estimar el límite máximo de una ola de calor. Las autoridades en todo el mundo deben estar preparadas para enfrentar olas de calor excepcionales que podrían considerarse improbables según los registros actuales.

En segundo lugar, existen regiones cuyo historial de registros no es excepcional y, por lo tanto, tienen más probabilidades de romper récords en el futuro. Estas regiones han tenido suerte hasta ahora, pero precisamente por esa razón podrían estar menos preparadas para enfrentar el impacto de una ola de calor sin precedentes en un futuro cercano.

Es de especial importancia que estas regiones se preparen para enfrentar olas de calor más intensas de las que han experimentado hasta ahora.

*Nicholas Leach, investigador posdoctoral en Ciencia del Clima de la Universidad de Oxford, Reino Unido, abordó estos temas en su artículo original publicado en The Conversation.


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