jueves, 7 de septiembre de 2023

El aumento de la temperatura en la Tierra pudiera conducir a la frecuencia de terremotos y erupciones volcánicas

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El clima del planeta está experimentando cambios acelerados. En diversas zonas, el aumento de las temperaturas está ocasionando un aumento en la frecuencia y la probabilidad de eventos como incendios forestales y sequías. Asimismo, está intensificando las precipitaciones y las tormentas, y acelerando el derretimiento de los glaciares. Un claro ejemplo de esta dinámica se vivió en julio de 2023, cuando partes de Europa y Canadá se vieron afectadas por devastadores incendios forestales, mientras que Pekín experimentó lluvias excepcionalmente intensas, registrando su nivel de precipitación más alto en al menos 140 años.

Si retrocedemos en el tiempo y observamos el período de 2000 a 2019, se evidencia que los glaciares del mundo perdieron aproximadamente 267 gigatoneladas de hielo anualmente debido al derretimiento. Este proceso de fusión glaciar contribuye al aumento del nivel del mar, que actualmente se incrementa a un ritmo de alrededor de 3,3 milímetros por año, y desencadena una serie de riesgos costeros, como inundaciones y erosión costera.


Sin embargo, las investigaciones científicas sugieren que el cambio climático, y en particular, el aumento en las tasas de precipitación y el derretimiento de los glaciares, pueden tener efectos adversos no solo en la superficie de la Tierra, sino también en los riesgos subsuperficiales, incluyendo terremotos y erupciones volcánicas.


La evidencia observada en Escandinavia sugiere que este proceso de elevación de la corteza terrestre, junto con la desestabilización de las placas tectónicas en la región, desencadenó una serie de terremotos considerables que ocurrieron hace aproximadamente entre 11.000 y 7.000 años. Algunos de estos terremotos incluso alcanzaron magnitudes superiores a 8,0, lo que resultó en una destrucción significativa y la pérdida de vidas humanas.


La preocupación radica en la posibilidad de que el continuo derretimiento de los glaciares en la actualidad pueda tener efectos similares en otras áreas geográficas.


En cuanto a la actividad volcánica, las investigaciones han encontrado una conexión entre las variaciones en la carga glacial sobre la corteza terrestre y la incidencia de actividad volcánica.


Hace aproximadamente entre 5.500 y 4.500 años, durante un breve período de enfriamiento climático en la Tierra, los glaciares comenzaron a expandirse en Islandia. El análisis de los depósitos de ceniza volcánica dispersos por toda Europa indica que la actividad volcánica en Islandia disminuyó de manera significativa durante este período frío. Posteriormente, se observó un aumento en la actividad volcánica después de que finalizara este período frío, aunque con un retraso de varios cientos de años.


Este fenómeno puede explicarse por el peso ejercido por los glaciares, que comprime tanto la corteza terrestre como el manto subyacente, que constituye la mayor parte sólida del interior de la Tierra. Esta compresión mantuvo bajo una presión más alta al material del manto, impidiendo su fusión y la formación de magma necesario para las erupciones volcánicas.


No obstante, cuando se produjo la desglaciación y la subsiguiente pérdida de peso en la superficie de la Tierra, se crearon las condiciones para un proceso conocido como "derretimiento por descompresión". En este proceso, una disminución de la presión permite que el manto se funda, dando lugar a la formación de magma líquido que alimentó la actividad volcánica subsiguiente en Islandia.

A pesar de que la sequía en Europa y Norteamérica ha sido ampliamente cubierta por los medios de comunicación en el pasado reciente, el sexto informe de evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, publicado en 2021, reveló un dato interesante: la precipitación promedio ha experimentado un aumento en muchas regiones del mundo desde 1950, lo que destaca la complejidad de las influencias climáticas sobre diferentes fenómenos naturales.


Una atmósfera más cálida puede contener una mayor cantidad de vapor de agua, lo que conduce a niveles de precipitación más elevados. Curiosamente, los geólogos han observado durante mucho tiempo una relación entre las tasas de lluvia y la actividad sísmica.


En el caso del Himalaya, por ejemplo, la frecuencia de los terremotos está influenciada por el ciclo anual de lluvias durante la temporada de monzones de verano. Las investigaciones han revelado que el 48% de los terremotos en el Himalaya ocurren en los meses previos a la temporada del monzón, que son más secos (marzo, abril y mayo), mientras que solo el 16% ocurre durante la temporada de monzones.


Durante la temporada de monzones de verano, la corteza terrestre experimenta una compresión vertical y horizontal debido al peso de hasta 4 metros de lluvia, lo que tiene un efecto estabilizador. Sin embargo, cuando esta agua se evapora en invierno, el efecto de "rebote" resultante desestabiliza la región y aumenta la ocurrencia de terremotos.


El cambio climático podría intensificar este fenómeno, ya que los modelos climáticos predicen un aumento en la intensidad de las lluvias monzónicas en el sur de Asia como resultado del cambio climático. Esto podría incrementar el efecto de rebote invernal y dar lugar a un mayor número de eventos sísmicos.


El impacto del peso del agua sobre la corteza terrestre no se limita únicamente a la precipitación; también afecta a los glaciares. Cuando la última era de hielo llegó a su fin hace alrededor de 10.000 años, el derretimiento de grandes masas de hielo provocó la elevación de partes de la corteza terrestre. Este proceso, conocido como rebote isostático, se evidencia en las playas elevadas de Escocia, algunas de las cuales se encuentran hasta 45 metros por encima del nivel actual del mar.


A día de hoy, este proceso sigue siendo el responsable de impulsar cierta actividad volcánica en Islandia. Se observa que las erupciones en dos volcanes, Grímsvötn y Katla, son una ocurrencia constante durante el período de verano, coincidiendo con el retroceso de los glaciares. Por lo tanto, existe la posibilidad de que el actual retroceso de los glaciares, causado por el calentamiento global, pueda aumentar la actividad volcánica en el futuro.


Sin embargo, es importante destacar que el intervalo de tiempo entre los cambios en los glaciares y la respuesta volcánica actualmente ofrece un cierto grado de tranquilidad. A pesar de que los efectos del cambio climático son cada vez más evidentes y los fenómenos meteorológicos inusuales se han vuelto más comunes, los impactos indirectos del cambio climático en la tierra, debajo de nuestros pies, no son ampliamente conocidos ni discutidos. Es esencial cambiar esta situación si deseamos minimizar los efectos del cambio climático que ya están en marcha de manera significativa.


Fuente: https://www.bbc.com/mundo/articles/c72rpdg8j4qo


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