Este verano ha sido testigo de un número sin precedentes de olas de calor en todo el mundo, y los científicos advierten que esto no es simplemente una anomalía, sino más bien el comienzo de una serie de desastres que enfrentaremos a medida que el cambio climático continúe agravándose.
España, por ejemplo, ha experimentado su verano más caluroso jamás registrado, pero este fenómeno no se limita solo a nuestro país. A nivel global, dos tercios del año 2023 han estado marcados por fenómenos meteorológicos extremos que han impactado significativamente en el hemisferio norte.
Durante los meses de verano, se han producido una serie de eventos climáticos extremos, como incendios forestales en Canadá, inundaciones en la costa este de Estados Unidos, un comienzo inusualmente temprano y agresivo de la temporada de huracanes en el Atlántico, y devastadores incendios forestales en lugares como la isla de Maui, Hawái.
En Grecia, por su parte, se han registrado olas de calor, sequías, incendios forestales devastadores y graves inundaciones, lo que ha dejado al país en un estado de devastación.
El Servicio de Cambio Climático Copernicus de la Unión Europea ha informado que el período de tres meses que abarca de junio a agosto se ha convertido en el verano más cálido registrado en el hemisferio norte, con temperaturas superiores en 0,6°C a la media de 1991-2020 y 0,29 grados por encima del récord previo.
Un análisis realizado por la organización sin fines de lucro Climate Central ha relacionado directamente estas temperaturas extremas con el cambio climático, argumentando que aproximadamente el 50% de la población mundial, es decir, 3900 millones de personas, ha experimentado más de 30 días durante junio a agosto con temperaturas que se han vuelto al menos tres veces más probables debido al cambio climático.
Andrew Pershing, vicepresidente científico de Climate Central, ha señalado que prácticamente nadie en la Tierra ha escapado a la influencia del calentamiento global durante los últimos tres meses. En todos los países analizados, incluyendo aquellos en el hemisferio sur, donde esta es la temporada más fría del año, se han observado temperaturas que serían difíciles, y en algunos casos casi imposibles, sin la contribución del cambio climático causado por la actividad humana. Pershing concluye que la contaminación por carbono es claramente responsable del récord de calor registrado esta temporada.
Establecer una conexión entre el cambio climático y el clima extremo de este verano puede ser un desafío, pero algunos científicos están cada vez más seguros de su capacidad para hacerlo.
Durante una conferencia de prensa en la que se presentaron las conclusiones de Climate Central, Friederike Otto, física del Imperial College de Londres, afirmó que los incendios forestales en Quebec, Canadá, que generaron humo que afectó amplias áreas de Estados Unidos, fueron "aproximadamente un 50% más intensos debido al cambio climático provocado por el ser humano", y que las condiciones meteorológicas que favorecieron estos incendios "se volvieron al menos dos veces más probables" debido al calentamiento global.
Sin embargo, Otto, cofundadora de la iniciativa World Weather Attribution, reconoció que debido a los múltiples factores que influyen en los fenómenos meteorológicos extremos, "la cuantificación varía significativamente según los métodos y modelos utilizados".
Por esta razón, algunos científicos prefieren hablar de manera más general sobre cómo el cambio climático ha contribuido al clima extremo de este año.
Michael Mann, director del Centro de Ciencia, Sostenibilidad y Medios de Comunicación de Pensilvania, sostiene que "podemos afirmar con un alto grado de confianza que no habríamos presenciado los fenómenos meteorológicos extremos sin precedentes que ocurrieron este verano si no fuera por el calentamiento causado por la actividad humana, debido a la emisión de carbono de los combustibles fósiles".
Sin embargo, Mann señala que los análisis que intentan atribuir fenómenos específicos al cambio climático a veces no consideran cómo el calentamiento afecta a patrones meteorológicos más amplios y a largo plazo, como la distorsión de la corriente en chorro, una banda de vientos del oeste que rodea el hemisferio norte. Algunos investigadores temen que el calentamiento del Ártico debilite esta corriente en chorro, lo que podría prolongar las olas de calor, avivar los incendios forestales y causar la fusión del Ártico.
Por esta razón, como explicó Mann, cuyo próximo libro sobre el cambio climático se lanzará a finales de este mes, "a menudo prefiero hablar sobre cómo el cambio climático está impactando en los procesos fundamentales relevantes para todos estos fenómenos". Esto incluye no solo el hecho evidente de que las olas de calor son más frecuentes y severas en un planeta más cálido, sino también el hecho de que en verano los continentes más cálidos tienden a perder más humedad debido a la evaporación.
Lo que podría parecer una simple ola de calor puede desencadenar una serie de desastres, señala Mann. Las sequías más intensas pueden llevar a incendios forestales más destructivos. Además, una atmósfera más cálida tiene una mayor capacidad para retener vapor de agua, lo que significa que, cuando se producen lluvias, suelen ser más intensas y tienen un mayor riesgo de causar inundaciones.
Stephen MacAvoy, del Departamento de Ciencias Ambientales de la American University, añade que la clave para comprender el futuro del clima es anticipar un aumento en la "extremosidad y variabilidad".
"Las condiciones actuales no necesariamente se agravarán", explica. "Si un área es seca, no necesariamente se volverá más seca, y si es húmeda, no necesariamente se volverá más húmeda. Pero existe una alta probabilidad de que se vuelva inusual, francamente. Esto significa que Texas no esperaba un congelamiento en 2021, por ejemplo”.
En lo que concierne a los expertos en clima, existe un consenso en que el verano pasado no fue un acontecimiento excepcional. Es posible que en el próximo año o los siguientes no experimentemos condiciones extremas de la misma magnitud, pero estas se repetirán una y otra vez.
"En lo que respecta a los fenómenos meteorológicos extremos, debemos prepararnos para que sean una presencia constante", afirma MacAvoy. Sin embargo, no está de acuerdo con la idea de que 2023 indique el comienzo de una "nueva normalidad".
"Tengo reservas con ese término", explica. "Porque la normalidad implica estabilidad, y no estamos en una nueva normalidad, ya que todo sigue evolucionando y seguirá haciéndolo".
Mann comparte esta opinión.
"En ocasiones, he tendido a usar el término 'nueva anormalidad', pero el problema fundamental con esta descripción es que sugiere que hemos alcanzado un nuevo estado climático y solo necesitamos descubrir cómo adaptarnos a él", explica. "Pero la realidad es mucho peor. A medida que continuamos calentando el planeta, todo esto empeora”.
Fuente: https://www.nationalgeographic.es/medio-ambiente/2023/09/clima-extremo-verano-historico-senal-futuro-viene
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