miércoles, 20 de diciembre de 2023

El acuerdo en la cumbre de Dubái representa un camino que parecía inalcanzable: el abandono progresivo del petróleo, el carbón y el gas

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Después de tres décadas de cumbres sobre el clima y activismo ecologista, por fin se logra un consenso que apunta al final de la era de los combustibles fósiles. Tras intensas negociaciones, el documento acordado por casi 200 países en la COP28 de Dubái menciona explícitamente la necesidad de una transición energética para dejar atrás estos elementos, reconocidos como los principales impulsores del cambio climático.


Anteriormente, el enfoque se centraba en reducir las emisiones de gases de efecto invernadero sin abordar directamente la raíz del problema: los combustibles fósiles. Intentos previos de acordar su eliminación gradual fracasaron en cumbres anteriores, pero esta vez se ha logrado un acuerdo que, si bien usa un lenguaje menos contundente, representa una clara derrota para países como Arabia Saudita, Irak y Rusia, que han defendido los intereses petroleros.


Este acuerdo histórico propone una salida progresiva y justa de estos combustibles de los sistemas energéticos, acelerando las acciones necesarias para alcanzar emisiones netas cero para 2050, especialmente crucial en esta década determinante. Este pronunciamiento envía un mensaje claro a instituciones financieras, la industria, inversionistas y entidades públicas y privadas sobre el enfoque que deben adoptar en sus decisiones de aquí en adelante.


El resultado supera las expectativas iniciales de la cumbre, realizada paradójicamente en un estado dependiente del petróleo. A pesar de intentos por desviar la atención hacia soluciones tecnológicas como la captura de carbono, se reconoce que esta tecnología no es una solución completa para el cambio climático, siendo útil en algunos sectores industriales pero no en otros como la generación de energía eléctrica, donde las energías renovables ofrecen una alternativa más económica.


Según el presidente de la COP28, Sultán al Jaber, la efectividad de este acuerdo dependerá de su implementación, requiriendo que cada país adopte los objetivos acordados para reducir gradualmente el uso de combustibles fósiles, incrementar la producción de energías renovables y mejorar la eficiencia energética antes de 2030. Todo esto debe plasmarse en nuevos planes de reducción de emisiones que cada país presentará en dos años.


Aún hay tiempo para evitar que la temperatura global a fines de siglo supere los 2,1 grados respecto a la era preindustrial, aunque alcanzar el objetivo de 1,5 grados establecido en el Acuerdo de París de 2015 se vuelve más desafiante. Se necesita un compromiso político sólido para acelerar la descarbonización de la economía. Si seguimos con los planes actuales de reducción de emisiones, se prevé un aumento de temperatura entre 2,1 y 2,8 grados. Además, el acuerdo de Dubái establece un fondo de pérdidas y daños para compensar a los países más vulnerables al cambio climático, pero ahora la clave está en su cumplimiento.


Fuente: https://elpais.com/opinion/2023-12-14/acuerdo-historico-por-el-clima.html


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