lunes, 24 de junio de 2024

Por qué los plásticos rojos, azules y verdes son más perjudiciales para el medio ambiente y la salud

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Los microplásticos se han convertido en una presencia ubicua en nuestro planeta, encontrándose en lugares tan diversos como el hielo antártico, el interior de animales marinos en las fosas oceánicas más profundas y hasta en el suministro de agua potable global. Recientemente, incluso se descubrieron en los testículos humanos. Sin embargo, un estudio liderado por investigadores de la Universidad de Leicester, en el Reino Unido, ha revelado que los plásticos de colores brillantes tienen una tasa de fragmentación mucho más rápida que otros tipos.

Publicado en la revista Environmental Pollution, el estudio destaca que los colorantes añadidos a los plásticos, especialmente en colores rojo, verde y azul, afectan significativamente su estabilidad. Según Andrew Abbott, profesor de química física en Leicester y coautor del estudio, el colorante forma una parte significativa de la estructura del plástico, influyendo en su capacidad para resistir la degradación inducida por la radiación ultravioleta.


Los plásticos de todos los colores eventualmente se degradan, pero la velocidad de este proceso depende de la capacidad del aditivo para protegerlos de la oxidación, explica Abbott. Para demostrar esta vulnerabilidad, los investigadores dejaron tapas de botellas de diferentes colores expuestas a la intemperie durante tres años. Las tapas negras, blancas y plateadas apenas mostraron cambios, mientras que las de colores rojo, verde y azul se fragmentaron notablemente, incluso en condiciones estáticas.


El estudio también analizó plásticos encontrados en una playa remota, confirmando resultados similares. Los investigadores enfatizan la importancia de diseñar plásticos con colores que prolonguen su durabilidad según su uso previsto. Por ejemplo, para objetos expuestos a la luz solar como muebles de exterior, marcos de puertas y ventanas, y cunetas, es recomendable evitar colores como rojo, verde y azul, y optar por blancos, negros o plateados para maximizar su vida útil.


Sarah Key, investigadora principal del proyecto en Leicester, sugiere que los fabricantes deben considerar tanto la reciclabilidad del material como la posibilidad de que se convierta en desecho al diseñar productos y envases de plástico. Además, enfatiza que para los plásticos diseñados para degradarse, como los envoltorios y tapas de botellas, se debe evitar el color negro para reducir su persistencia ambiental.


Los microplásticos, al integrarse en casi todos los ecosistemas del planeta, se convierten en parte de la cadena alimentaria, planteando riesgos para la salud humana. Aunque los efectos exactos de ingerir microplásticos aún se están investigando, estudios preliminares sugieren impactos negativos en el sistema endocrino, así como vínculos con cáncer y enfermedades coronarias.


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