Según Javier Urbina Soria, responsable académico de la Residencia en Psicología Ambiental de la Facultad de Psicología de la UNAM, la ecoansiedad se manifiesta como una creciente inquietud, miedo o estrés constante relacionado con cuestiones ambientales. Esto puede conducir a cambios en el comportamiento, como enfocarse excesivamente en actividades destinadas a protegerse de ciertos elementos del entorno o evitar otras debido al temor a posibles peligros ambientales.
Por otro lado, Ingrid Vargas Huicochea, profesora del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental de la Facultad de Medicina, señala que no es necesario haber experimentado directamente un desastre natural como un tsunami o un incendio para desarrollar ecoansiedad. Simplemente ver noticias sobre estos eventos puede desencadenar pensamientos catastróficos en algunas personas.
La ansiedad, incluida la ecoansiedad, combina aspectos psicológicos y fisiológicos. Javier Urbina explica que este tipo de ansiedad puede provocar estrés físico, reduciendo las defensas del cuerpo, alterando los sentidos y modificando la temperatura corporal. Aunque estos síntomas suelen ser temporales, pueden volverse más frecuentes y prolongados, llegando a convertirse en condiciones crónicas. Para algunos individuos, simplemente observar el estado actual del medio ambiente puede ser una fuente significativa de estrés.
Entre los signos que indican problemas de salud mental relacionados con preocupaciones ambientales se encuentran pensamientos obsesivos sobre el tema, percepciones constantemente catastróficas sin buscar soluciones y, en casos más severos, pesadillas o fuertes reacciones físicas al enfrentarse a desencadenantes ambientales. Ingrid Vargas Huicochea destaca que situaciones como exponerse al calor extremo o visitar áreas afectadas por desastres naturales pueden aumentar la frecuencia cardíaca y acelerar la respiración en personas afectadas por la ecoansiedad.
Los jóvenes son particularmente susceptibles a la ecoansiedad, ya que se muestran más inquietos por el futuro ambiental del planeta en comparación con generaciones mayores. Esta preocupación puede derivar en otros trastornos como estrés postraumático y depresión. A menudo, incluso cuando participan activamente en acciones proambientales, pueden sentirse desalentados al no ver resultados inmediatos, lo que incrementa sentimientos de desesperanza e impotencia y puede requerir intervención profesional en salud mental.
Javier Urbina sugiere que involucrarse activamente en proyectos ambientales a nivel comunitario puede ayudar a mitigar la ecoansiedad entre los jóvenes. Participar en actividades como limpieza de espacios públicos, plantación de árboles, mantenimiento de áreas verdes y conservación de cuerpos de agua puede proporcionar un sentido de contribución positiva y control sobre la situación ambiental.
Por su parte, Ingrid Vargas Huicochea recomienda prácticas como la meditación y la reducción de la exposición a contenidos alarmistas en redes sociales como medidas efectivas para manejar la ecoansiedad. Además, adoptar hábitos ecológicamente responsables en el uso de productos cotidianos puede contribuir al autocuidado y a la sensación de estar actuando de manera constructiva. Si los síntomas persisten, es fundamental buscar la ayuda de profesionales de la salud mental para recibir el apoyo y tratamiento adecuados.
Fuente: https://www.eleconomista.com.mx/arteseideas/Que-es-eso-de-la-ecoansiedad-20240817-0017.html
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