Los cenotes en México son cuevas y canales subterráneos de una belleza singular, que albergan flora y fauna únicas en el mundo. Estos más de 7,000 sumideros de piedra caliza se formaron durante millones de años en la península de Yucatán, tras el impacto del asteroide Chicxulub que acabó con los dinosaurios. Para los mayas, los cenotes eran sagrados y, además de usarlos como fuente de agua, realizaban rituales en ellos. Hoy en día, son la principal fuente de agua dulce en la región y son populares para nadar, especialmente entre los buceadores en apnea, quienes disfrutan de su tranquilidad y de la variedad de especies marinas. Sin embargo, el desarrollo desmedido y la mala gestión ambiental amenazan estos ecosistemas. Afortunadamente, hay iniciativas en marcha para protegerlos.
La historia geológica de los cenotes es única: la península de Yucatán está formada casi enteramente de roca caliza porosa, resultado del antiguo arrecife que se elevó tras el impacto del asteroide. Con el tiempo, las lluvias formaron acuíferos que, al colapsar el terreno, dieron lugar a los cenotes. En la cultura maya, estos pozos eran la entrada al inframundo, y aún hoy, muchos lugareños siguen tradiciones rituales antes de ingresar.
Explorar un cenote permite descubrir estalactitas, fósiles de animales extintos y fauna marina única, como peces y cocodrilos. Además, la luz que se filtra desde los techos crea un espectáculo visual impresionante, muy apreciado por los fotógrafos. Los cenotes también son refugio para especies en peligro, como los manatíes, que encuentran en ellos un santuario seguro.
Los cenotes son mágicos, y algunos presentan fenómenos como nubes submarinas de sulfuro de hidrógeno, que dan la sensación de nadar entre nebulosas. Aunque estos lugares ofrecen experiencias inolvidables, su conservación es crucial. Los turistas pueden contribuir eligiendo operadores turísticos responsables y evitando productos que puedan dañar el delicado ecosistema.
Fuente: https://www.bbc.com/mundo/articles/cp39qx9zzvlo
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