Un grupo de 70 científicos estima que la rotura del gasoducto liberó 465.000 toneladas de metano, el doble de lo calculado inicialmente.
En septiembre de 2022, explosiones destruyeron los gasoductos Nord Stream, que transportaban gas natural desde Rusia hacia Europa Occidental a través del mar Báltico. Este ataque, aún sin resolución oficial, aunque reportes periodísticos recientes sugieren una operación liderada por Ucrania tras la invasión rusa, no solo afectó la seguridad energética de Europa. También generó una fuga masiva de metano (CH₄), uno de los principales gases de efecto invernadero. Tras las explosiones, equipos científicos comenzaron a evaluar la magnitud del escape. Ahora, tres estudios publicados en Nature y Nature Communications indican que la fuga alcanzó 465.000 toneladas métricas, a las que se suman otras disueltas en el mar.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), que coordinó a 70 investigadores de 30 instituciones, este evento representa la mayor fuga puntual de metano provocada por el ser humano, superando ampliamente las estimaciones iniciales. “En términos de calentamiento global, esta fuga equivale a las emisiones de ocho millones de automóviles en un año”, explica el Pnuma.
Es 3,5 veces mayor que la anterior mayor fuga registrada en un campo petrolero de Kazajstán en 2023, según Luis Guanter, profesor de Física Aplicada en la Universitat Politècnica de València (UPV). Guanter, quien participó en la investigación, señala que, a diferencia del evento en Kazajstán, que duró más de 200 días, la fuga del Nord Stream se concentró en aproximadamente 10 días, periodo en el cual el gas acumulado en los gasoductos fue liberado.
El cálculo de las 465.000 toneladas se basó en una combinación de datos satelitales, mediciones atmosféricas y marinas, observaciones aéreas y estimaciones técnicas. La baja profundidad del punto de rotura, entre 70 y 80 metros, permitió que el metano ascendiera rápidamente a la superficie, con poca disolución en el agua, según detallan los investigadores en Nature. Así, la mayor parte del gas terminó en la atmósfera, aumentando su impacto climático.
El metano es un subproducto de los combustibles fósiles y tiene un potencial de calentamiento mucho mayor que el dióxido de carbono, aunque permanece en la atmósfera por menos tiempo. Representa alrededor de un tercio del calentamiento global actual.
Aunque la fuga del Nord Stream fue excepcional, los autores del estudio contextualizan su impacto: “Equivale al 0,1% de las emisiones humanas de metano en 2022”. Esto resalta el problema más amplio: las fugas diarias y emisiones deliberadas de la industria de combustibles fósiles, además de las provenientes de la agricultura y la ganadería.
Una alerta para la acción global
“La fuga del Nord Stream fue extraordinaria en magnitud, pero apenas es la punta del iceberg”, afirmó Manfredi Caltagirone, director del Observatorio Internacional de Emisiones de Metano (IMEO) del Pnuma. Aunque enorme, representó solo dos días de emisiones globales de metano de la industria de petróleo y gas. Según Caltagirone, reducir estas fugas ofrece una gran oportunidad para frenar la crisis climática.
IMEO ha implementado un sistema de alerta con datos satelitales que detecta fugas de infraestructura fósil y avisa a gobiernos y empresas responsables. Sin embargo, según un informe del organismo, la mayoría de estas alertas son ignoradas.
Entre enero y septiembre de 2022, el sistema emitió 1.225 notificaciones de fugas. Solo el 1% de estas recibió una respuesta formal detallando medidas tomadas, lamenta el Pnuma, evidenciando la falta de acción frente a estas emisiones críticas.
Fuente: https://elpais.com/clima-y-medio-ambiente/2025-01-15/el-sabotaje-del-nord-stream-causo-la-mayor-fuga-de-metano-registrada-hasta-ahora-el-equivalente-a-ocho-millones-de-coches-en-un-ano.html
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