Pompeya, una ciudad atrapada en el tiempo, fue redescubierta en el siglo XVIII, marcando un hito en la arqueología moderna.
En una trágica mañana del año 79 d.C., el Vesubio sepultó a Pompeya bajo una espesa capa de ceniza volcánica. “Cayó la oscuridad, como si se apagara una lámpara en una habitación ya oscura”, describió Plinio el Joven, testigo del evento desde la bahía de Nápoles.
Este desastre terminó con la vida de Pompeya, pero también preservó su esencia. Edificios, arte, objetos y restos humanos quedaron congelados en el tiempo, brindando una ventana excepcional al mundo romano.
Desde su hallazgo en el siglo XVIII, Pompeya ha sido un punto clave para el desarrollo de la arqueología. Según Steven Ellis, profesor de clásicas en la Universidad de Cincinnati y codirector del Proyecto de Investigación Arqueológica de Pompeya, es el sitio arqueológico con excavaciones más prolongadas del mundo.
“A lo largo de la historia, cada avance en la arqueología se ha probado en Pompeya, con resultados variados”, explica Ellis. Inicialmente, los arqueólogos se centraron en desenterrar edificios y calles tal y como quedaron tras la erupción. Hoy, el interés ha cambiado hacia la evolución de la ciudad: ¿qué existía antes y cómo llegó a su estado final?
Aunque entre el 15% y el 25% de la ciudad sigue bajo tierra, el debate actual se centra en si es necesario continuar excavando o priorizar la conservación de lo ya descubierto.
Descubriendo la Pompeya de la gente común
El equipo de Ellis investiga una zona cercana a Porta Stabia, alejada de las áreas más estudiadas. Este barrio, descuidado desde su limpieza en el siglo XIX, ofrece una visión única de la vida cotidiana en Pompeya.
“Aquí no hay grandes villas, sino una manzana urbana con casas y tiendas que reflejan cómo vivía el otro 98% de la población”, afirma Ellis. Mientras que gran parte de la investigación se ha centrado en las élites, este proyecto busca entender la realidad de los ciudadanos comunes.
Sin embargo, la tragedia sigue presente en las excavaciones. Gary Devore, de la Universidad de Stanford y codirector del proyecto, subraya la conexión entre pasado y presente que surge al trabajar en un lugar donde muchos murieron durante la erupción. “Excavamos entre las casas y talleres de personas cuyas vidas terminaron abruptamente. Eso siempre está en mi mente”, dice.
Preservar Pompeya para el futuro
A pesar de siglos de excavaciones, un tercio de Pompeya permanece enterrado, pero la prioridad no es desenterrarlo rápidamente. El desafío más grande ahora es proteger lo ya expuesto.
La ceniza volcánica protegió la ciudad durante siglos, pero la exposición al clima, la contaminación y el turismo amenaza con deteriorar lo descubierto. Aun así, Devore es optimista respecto al futuro.
“La administración actual de Pompeya ha hecho un trabajo sobresaliente en conservación”, señala. En sus 13 años trabajando en el sitio, Devore ha presenciado grandes avances en la protección del yacimiento.
“Como arqueólogos, registramos cada detalle porque, al excavar, también destruimos. Documentar es nuestra forma de preservar lo que encontramos”, concluye.
Fuente: https://www.nationalgeographic.es/historia/pompeya
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