miércoles, 19 de febrero de 2025

De símbolo ecológico a consumismo viral: la paradoja de las botellas reutilizables

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Las botellas de acero inoxidable han pasado de ser un símbolo de conciencia ecológica a un objeto de colección. Sin embargo, su proliferación ha llevado a cuestionar si realmente fomentan la reutilización o si, por el contrario, impulsan un consumo excesivo.

En 1913, un periódico estadounidense anunciaba una cantimplora innovadora: un envase al vacío que mantenía la temperatura de las bebidas y eliminaba la necesidad de reemplazos constantes. Así nació la Stanley Super Vac, sinónimo de resistencia y durabilidad.

Un siglo después, Stanley ha cambiado de enfoque. En 2016, lanzó su botella “Quencher” por 45 dólares, y en 2020, amplió su catálogo con ediciones limitadas en distintos colores. La estrategia funcionó: en 2023, sus ventas alcanzaron los 750 millones de dólares. En redes sociales, los consumidores exhiben colecciones de botellas, mientras que niños son objeto de burlas por llevar imitaciones. En algunas tiendas, incluso se han registrado peleas por conseguir nuevos modelos.

Stanley no es la única marca que ha capitalizado esta moda. YETI, Hydroflask y Nalgene también han impulsado el mercado de botellas reutilizables. Sin embargo, la compra masiva de estos productos ha despertado dudas sobre su impacto real en la sostenibilidad.

Lo que empezó como un gesto ecológico se ha convertido en un símbolo de estatus.

La paradoja del consumo sostenible

Aja Barber, experta en consumo responsable y autora de Consumed, señala que los productos de moda, como las botellas de agua, refuerzan la necesidad de aceptación social, especialmente entre los jóvenes.

“El marketing les hace creer que ciertos objetos mejoran su vida y los hacen más atractivos”, explica Barber. Para evitar caer en este círculo de consumo, sugiere reflexionar antes de comprar: “¿Realmente lo necesitas? ¿Te durará al menos diez años?”.

Aunque el consumismo tiene un alto costo ambiental, los expertos advierten que no se debe confundir con un problema mayor: el impacto del plástico de un solo uso.

“Cada pieza de plástico que usamos existirá más tiempo que nosotros”, enfatiza Barber.

¿Son realmente más sostenibles las botellas reutilizables?

Durante años, las botellas de plástico fueron un accesorio de moda, pero hoy representan el 14% de los residuos vertidos en el mundo. Cada año, ocho millones de toneladas de plástico llegan al océano, equivalente a cinco bolsas de basura por metro de costa.

Sin embargo, las botellas reutilizables también tienen un alto costo ambiental. Fabricarlas requiere más energía que producir una botella de plástico convencional. Un estudio financiado por Nestlé en 2010 concluyó que una botella de aluminio debe reutilizarse entre 10 y 20 veces para compensar su huella de carbono. Pero los expertos advierten que estos estudios suelen estar patrocinados por grandes corporaciones con intereses en el plástico.

“El plástico de un solo uso es el mayor problema”, sostiene Thanos Bourtsalas, especialista en economía circular de la Universidad de Columbia. Aunque una botella desechable consume menos recursos en su fabricación, su impacto ambiental a largo plazo es devastador, no solo para los ecosistemas marinos, sino también para la salud humana.

Un estudio reciente reveló que un litro de agua embotellada puede contener hasta 250 000 partículas de nanoplástico, con efectos aún desconocidos en el organismo.

Además, en muchos países, el agua embotellada no es más segura que la del grifo. “En EE. UU., no está tan regulada como el agua potable”, señala Sherri A. Mason, química de la Universidad Estatal de Pensilvania. En España, la calidad del agua es tan alta que la OCU suele clasificar las mejores aguas del país por ciudad.

El verdadero debate sobre el agua embotellada

Las crisis medioambientales, desde el cambio climático hasta la contaminación por plásticos, afectan con mayor gravedad a las comunidades más vulnerables. Por ello, los expertos insisten en que las acciones individuales, aunque importantes, no son suficientes. Se necesitan políticas que regulen la producción de plásticos y reduzcan las emisiones contaminantes.

En California, una nueva ley exige que, para 2032, todos los envases comercializados sean reciclables o compostables. A nivel global, la ONU trabaja en un tratado vinculante para reducir la contaminación plástica.

Las empresas también tienen un papel clave. Según un estudio de OCEANA, si las marcas de bebidas aumentaran en un 10% el uso de envases reutilizables para 2030, se eliminarían más de un billón de botellas y vasos de plástico de un solo uso, evitando que hasta 153 000 millones de ellos terminen en el mar.

“Nos enfocamos en detalles y perdemos de vista el panorama completo”, reflexiona Bourtsalas. “El cambio climático es un desafío global y necesita soluciones a esa escala”.


Fuente: https://www.nationalgeographic.es/medio-ambiente/2024/01/coleccionar-botellas-agua-metal-efectos-medioambientales-nocivos

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