Desde su inicio el 7 de enero, los incendios de Eaton y Palisades en Los Ángeles han destruido miles de estructuras, situándose entre los tres incendios más devastadores en la historia de California. En los barrios de Altadena y Pacific Palisades, los más afectados, calles enteras han quedado reducidas a cenizas, donde antes había viviendas, comercios y escuelas.
Sin embargo, entre la devastación han surgido imágenes sorprendentes: automóviles clásicos intactos frente a edificios calcinados o una biblioteca comunitaria que se salvó con sus libros en perfecto estado. Pero lo que más ha llamado la atención son ciertas casas que quedaron en pie, destacando en un paisaje de destrucción.
Algunas de estas viviendas se han vuelto virales y han sido objeto de debate en redes sociales y medios de comunicación. No es la primera vez que ocurre: eventos similares se vieron en los incendios de Lahaina (Hawái, 2023) y el Camp Fire (California, 2018). Se las ha denominado “casas milagro” y han sido analizadas en busca de elementos que expliquen su resistencia.
Arquitectos destacan materiales ignífugos como techos metálicos y revestimientos cementicios, mientras que propietarios mencionan medidas preventivas como el mantenimiento de jardines y canaletas. Si bien estos aspectos pueden influir, los expertos advierten que la supervivencia de una casa depende de muchos otros factores y que simplificar la explicación podría dificultar la planificación de barrios más resilientes.
Analizando los restos
“Las personas tienden a conectar los puntos para construir una historia”, señala Alexander Maranghides, ingeniero del Instituto Nacional de Normas y Tecnología, quien ha estudiado múltiples incendios forestales. Considera que la idea de la “casa milagro” es engañosa, ya que no toma en cuenta variables como la dirección del viento o la intervención de los bomberos. Estos factores no se reflejan en las imágenes posteriores a un incendio, pero pueden ser determinantes en la protección de una estructura.
Un ejemplo es el incendio del cañón Waldo en Colorado Springs (2012), donde de un vecindario de más de 100 casas, solo cuatro quedaron en pie. Los investigadores entrevistaron a bomberos, propietarios y testigos en 150 ocasiones sin encontrar respuestas. Fue en la entrevista 151 cuando descubrieron que un camión de bomberos había permanecido frente a esas casas durante todo el incendio, protegiéndolas de las llamas. “Si hubiéramos terminado antes, seguirían siendo casas milagrosas”, afirma Maranghides, quien realizó más de 200 entrevistas en seis meses.
El objetivo de estas investigaciones no es estudiar las casas que sobrevivieron, sino aquellas que fueron destruidas para identificar vulnerabilidades. Los científicos analizan factores como techos inflamables o brasas atrapadas en los aleros y los replican en laboratorio para comprender su impacto.
Un cambio de perspectiva
Mientras los bomberos continúan con la contención de los incendios en Eaton y Palisades, las autoridades de Los Ángeles ya trabajan en la fase de recuperación. Como parte de este proceso, surge la pregunta clave: ¿cómo evitar tragedias similares en el futuro?
Los incendios forestales generan patrones irregulares en los paisajes que consumen, dejando en pie algunas estructuras de manera aparentemente aleatoria. Esto ha dado origen a especulaciones e incluso teorías de conspiración, pero los investigadores señalan que estos patrones reflejan la complejidad del comportamiento del fuego.
Kimiko Barrett, especialista en incendios forestales de Headwaters Economics, explica que una vivienda puede incendiarse por contacto directo con las llamas, por el calor irradiado desde objetos en combustión o por brasas transportadas por el viento. Estas últimas son responsables de hasta el 90% de las pérdidas de estructuras en incendios forestales.
“Las brasas pueden desplazarse entre uno y cuatro kilómetros por delante del fuego principal. Si una de estas partículas cae sobre un material inflamable, puede generar un nuevo foco de incendio”, explica Barrett.
El código de construcción de California, actualizado en 2008, ya considera estos riesgos. En zonas propensas a incendios, se exige el uso de techos ignífugos, ventilaciones protegidas y ventanas resistentes al calor. Sin embargo, muchas viviendas construidas antes de esa fecha no cumplen con estas normativas, lo que las hace más vulnerables.
Barrett y Maranghides coinciden en que los incendios de Los Ángeles evidencian la necesidad de replantear la prevención. Más allá de fortalecer estructuras individuales, es fundamental adoptar estrategias a nivel comunitario.
Maranghides plantea un ejemplo: un propietario puede construir con materiales resistentes y despejar vegetación en torno a su casa, pero si un vecino estaciona su coche demasiado cerca o tiene un cobertizo inflamable en su propiedad, el riesgo de incendio sigue presente. En ciudades densamente pobladas como Los Ángeles, este tipo de situaciones son comunes y reflejan la necesidad de abordar la prevención a nivel de vecindarios enteros.
“No importa quién es dueño de qué, sino dónde está ubicado, porque el fuego no distingue propiedades”, concluye Maranghides. “Debemos cambiar nuestra forma de pensar y abordar el problema desde una perspectiva más amplia”.
https://www.nationalgeographic.es/medio-ambiente/2025/01/historia-casas-milagro-los-angeles-no-quemaran-incendios
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