A medida que la preocupación por el cambio climático aumenta, también lo hace el interés por tomar medidas. Sin embargo, la magnitud del problema, que incluye incendios forestales, deshielo de glaciares y sequías, puede ser abrumadora. Relacionar nuestra vida diaria con la conservación de especies como el oso polar o entender cómo nuestras acciones pueden marcar la diferencia no siempre es evidente.
Una manera de medir el impacto ambiental de nuestras actividades es mediante la huella de carbono. Aunque el concepto es cada vez más popular (una búsqueda en Google de "¿Cómo reducir mi huella de carbono?" arroja casi 27 millones de resultados), no siempre se comprende en su totalidad.
En los países desarrollados, los principales factores que influyen en la huella de carbono son el consumo energético en el hogar, el transporte, la alimentación y los bienes de consumo (ropa, electrodomésticos, vehículos, entre otros). Cada uno de estos elementos aporta su propia huella, y la combinación de todos determina el impacto ambiental de una persona.
Por ejemplo, alguien que consume carne de res con frecuencia tendrá una huella alimentaria mayor que un vecino vegano. Sin embargo, si el vegano usa un todoterreno para ir a trabajar a diario mientras el consumidor de carne va en bicicleta, sus huellas podrían equipararse. Aún más, si una empresaria viaja en primera clase dos veces al mes, su huella podría superar la de ambos.
Generalmente, a mayor riqueza, mayor huella de carbono. Berners-Lee estima que el ciudadano medio mundial genera el equivalente a siete toneladas de CO2 al año. En el Reino Unido, la cifra asciende a 13 toneladas, mientras que en EE.UU. es de 21 toneladas por persona. De hecho, un estadounidense medio puede igualar en pocos días la huella anual de un habitante de Nigeria o Malí. En España, existe un registro voluntario donde empresas y organizaciones pueden calcular y reducir su impacto ambiental. Algunos bancos incluso ofrecen herramientas para medir la huella de sus clientes.
Tomemos como ejemplo un vuelo comercial. A simple vista, el cálculo parece sencillo: dividir el combustible consumido por el número de pasajeros. Sin embargo, los pasajeros de primera clase generan una huella mayor porque ocupan más espacio y su pasaje incentiva la realización del vuelo. Otros factores incluyen la cantidad de carga y la altitud del vuelo.
Si calcular la huella de un vuelo es complejo, hacerlo para la fabricación de un coche es aún más desafiante. Implica considerar las emisiones de la planta de ensamblaje, la generación de electricidad, el transporte de piezas, la producción de materiales, el uso de maquinaria y hasta la extracción de minerales.
Dada la dificultad de obtener cifras precisas, Berners-Lee sostiene que lo importante es tener una idea general más que una exactitud absoluta. Las acciones para reducir la huella dependen del estilo de vida de cada persona. Por ejemplo, cambiar a un coche eléctrico tiene mayor impacto en lugares con energía renovable que en zonas donde la electricidad proviene del carbón. Del mismo modo, para algunos volar representa un pequeño porcentaje de su huella, mientras que para otros puede ser el factor más significativo.
Por ejemplo, la calculadora de Nature Conservancy se enfoca en el uso energético, transporte, dieta y compras. La de la Agencia de Protección Ambiental de EE.UU. añade factores como los residuos reciclados y muestra el impacto de cambios como mejorar el aislamiento del hogar o usar un vehículo más eficiente. También hay herramientas que estiman el impacto de pequeñas acciones, como el consumo de hamburguesas o las estancias en hoteles.
En España, el Ministerio para la Transición Ecológica ofrece herramientas para que organizaciones calculen sus emisiones y establezcan medidas de compensación. Además, hay numerosas opciones disponibles con una simple búsqueda en Google.
Katharine Hayhoe, científica de The Nature Conservancy, recuerda cómo Shell preguntó en redes sociales "¿Qué estás haciendo para reducir tu huella de carbono?", a lo que respondió: "Ustedes son responsables del 2% de las emisiones globales, equivalente a todo Canadá. Cuando tengan un plan para reducirlas, hablamos". Shell ocultó su comentario.
Kert Davies, del Centro de Investigaciones Climáticas, sostiene que la industria petrolera ha frenado iniciativas para mejorar la eficiencia de los vehículos y la expansión de energías limpias, lo que hace hipócrita su mensaje sobre la huella individual.
Señala que el concepto de huella de carbono personal es relevante para personas de altos ingresos, pero insuficiente para abordar el problema global. Aún así, puede ser una herramienta útil para conocer el impacto de nuestras decisiones.
Más allá de nuestras elecciones individuales, Hayhoe enfatiza la importancia de influir en el sistema: desde dónde depositamos nuestro dinero hasta cómo votamos o presionamos a empresas e instituciones. "Haz algo, pero sobre todo, habla de ello", concluye. "El cambio real viene de transformar el sistema".
Fuente: https://www.nationalgeographic.es/medio-ambiente/huella-carbono-que-es-como-se-mide
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