martes, 22 de abril de 2025

El desafío de un pescador peruano frente a quienes destruyen el mar con dinamita

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En la Reserva Nacional de Paracas, una zona protegida del litoral peruano, este pescador arriesga su vida para ganarse la vida y combatir la pesca ilegal junto a sus colegas. Sus herramientas: una motocicleta, una radio y la firme decisión de impedirlo.
“Son como terroristas del mar”, afirma Gabriel Franco, de 55 años, al filo de un acantilado en Punta Lechuza, dentro de la Reserva Nacional de Paracas. Habla de los pescadores ilegales que emplean dinamita para capturar peces, una práctica que pone en riesgo el ecosistema de esta área marina protegida, situada a 260 kilómetros al sur de Lima.

Franco también es pescador, pero lo hace de manera legal y asumiendo múltiples peligros. Está por descender, solo con ayuda de una cuerda, por un precipicio de unos 80 metros junto a su compañero Luis Alberto Quispe. Su objetivo: alcanzar una roca desde donde puedan pescar corvinas y lenguados.

Desde hace siete años, Franco preside la Asociación de Pescadores a Cordel de la Reserva Nacional de Paracas. Y desde hace 12, integra el grupo de 27 guardaparques voluntarios comunales que colaboran con los 23 guardaparques oficiales del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (SERNANP). Su labor: proteger el mar.

Tiene muchas anécdotas. “Una vez —cuenta—, eran como las seis de la mañana y había llegado en moto a buscar dónde pescar. Vi una embarcación posicionándose para lanzar explosivos, proa al mar y con remo”. Fue en un acantilado de Carhuas, una playa ubicada al sur de Punta Lechuza, también dentro de la reserva.

“Me vieron, pero igual lanzaron la dinamita. Cuando estalló, les empecé a lanzar piedras”. Tras minutos de gritos y pedradas, y ante la amenaza de Franco de pedir refuerzos por radio, los infractores decidieron marcharse. Fue una de las veces que logró ahuyentar a los “bomberos”, como llama a quienes pescan con explosivos.

Aunque está prohibida, la pesca con dinamita todavía se practica en el Perú. Sus consecuencias son devastadoras para la vida marina: destruye peces de todos los tamaños, larvas, plancton, moluscos, crustáceos e incluso puede afectar a las aves. Es un desastre ecológico.

Las autoridades de la reserva aseguran que Franco y sus compañeros han disuadido a muchos pescadores ilegales y celebran que el uso de dinamita se ha reducido de forma significativa. “Siempre estamos detrás de ellos, porque vivimos de lo que el mar nos da”, explica Franco mientras observa unas embarcaciones aparentemente legales. Las analiza con detalle, leyendo las señales del oleaje, si hay algas o no.

No siempre ha salido ileso en sus enfrentamientos con los “bomberos”. En otra ocasión, cerca de Punta Lechuza, enfrentó a uno que huyó en un vehículo. Franco lo siguió en moto por terrenos polvorientos. Más adelante lo encontró de nuevo, pero esta vez con seis hombres más. “Ya no podía hacer nada, eran varios”.

Cada vez que recorre la reserva en su moto en busca de un buen punto para pescar, Franco está atento a cualquier movimiento sospechoso. Si detecta algo, da aviso de inmediato a sus compañeros y al personal de vigilancia. Además, participa dos veces al mes en operativos sorpresa.

Planeta Futuro presenció uno de esos operativos. Inició a las tres de la madrugada y terminó a las ocho. Recorrieron Punta Lechuza, Arquillo y Lagunillas, zonas donde suelen operar los “bomberos”. No encontraron infractores esa vez, pero Franco insiste en que, si bajan la guardia, pueden volver a actuar.

“No hagas nada, quédate tranquilo”
Como líder del gremio de pescadores, Franco siente una gran responsabilidad y constantemente motiva a sus compañeros a comprometerse con la protección del mar y su entorno. Dice que por eso ha recibido amenazas, presuntamente de los propios ilegales.

“Me llaman desde números que no tengo guardados. Me mandan mensajes diciéndome: ‘Mejor gana plata con esto y no te metas’. Por eso, si no reconozco el número, cuelgo o no contesto”, señala.

Su preocupación diaria es si podrá conseguir carnada para salir a pescar corvinas, lenguados o chitas, un pez de carne blanca muy codiciado por los ilegales.

La jornada ha terminado para Franco. Empezó a las siete de la mañana, y al mediodía sube ayudado solo por una cuerda, sin protección, junto a su compañero. Escalan entre las rocas solo con su experiencia y cuidado. Desde arriba, parecen dos puntos ascendiendo por el enorme acantilado que conocen a la perfección.

Ya en lo alto, muestran su pesca: varias corvinas y dos pequeños lenguados. Con eso, calcula que ganará unos 150 soles (algo más de 38 euros), que venderá en el muelle de San Andrés o a compradores particulares. A pesar de los peligros, y de haberse quedado una vez atrapado en una roca, asegura que no tiene miedo: “He visto mucho en esta vida. Y hay que proteger los recursos, alimentar a nuestras familias. Todavía hay peces, pero podrían desaparecer”.

Fuente: https://elpais.com/planeta-futuro/2025-04-17/gabriel-franco-la-lucha-de-un-pescador-de-peru-contra-quienes-dinamitan-el-mar.html


 

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