La ecóloga Camille Parmesan ha recibido el Premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA en la categoría de Cambio Climático y Ciencias del Medio Ambiente. El jurado destacó su valiosa aportación al demostrar cómo el calentamiento global provoca el desplazamiento de las especies silvestres hacia latitudes más altas y regiones montañosas, un fenómeno que sienta las bases de una nueva rama de estudio: la ecología del cambio climático.
Parmesan dio un giro clave a su carrera científica en los años noventa, al estudiar a la mariposa parche de Edith (Euphydryas editha), originaria de Norteamérica. Aunque ya se conocían los efectos previstos del cambio climático, su trabajo aportó pruebas observables. Al comparar colonias en Baja California con otras en zonas frías de Canadá, constató que los insectos desaparecían en las áreas cálidas, pese a estar igual de bien conservadas.
El hallazgo fue revelador: la pérdida no se debía al deterioro del hábitat, sino al calentamiento global. “Tenía que demostrar que era el clima, no otros factores humanos”, explicó la investigadora. Su estudio, publicado en Nature en 1996, marcó el surgimiento del campo de la ecología del cambio climático, centrado en el impacto directo de las temperaturas sobre los ecosistemas.
Con el tiempo, su metodología para distinguir los efectos climáticos de otros impactos ambientales se aplicó a diferentes especies, tanto terrestres como marinas. Los resultados fueron consistentes: allí donde aumentaban las temperaturas, las especies se desplazaban hacia zonas más frías, confirmando, según el jurado, una “huella coherente y global” del cambio climático.
Estos trabajos cambiaron el enfoque de las estrategias de conservación. “Antes se creía que con proteger ciertas áreas era suficiente”, dijo Parmesan desde los Pirineos en una videollamada. Pero con el cambio climático, estos límites se vuelven obsoletos. Ella propone pensar en el movimiento de las especies, priorizando la creación de corredores ecológicos para garantizar su supervivencia. “Tenemos que adaptarnos y ser más dinámicos”, afirmó.
También defendió la hibridación natural entre especies como una posible vía de adaptación. Puso como ejemplo los cruces entre osos polares y grises en Norteamérica. Según Parmesan, permitir estos cruces puede preservar genes clave que podrían ser útiles si el clima vuelve a enfriarse. “Si evitamos estas mezclas, perderemos diversidad genética importante”, aseguró.
No obstante, mostró cautela ante la idea de forzar estas hibridaciones en laboratorios o zoológicos. “Una cosa es permitir que ocurran en la naturaleza, otra muy distinta es provocarlas artificialmente”, señaló. La mejor forma de facilitar este proceso, insiste, es mediante corredores que conecten hábitats y permitan el flujo natural de especies.
Consecuencias para la salud
Los aportes de Parmesan van más allá del ámbito ecológico: también pueden influir en la prevención de enfermedades. El desplazamiento de animales e insectos hacia nuevas zonas podría introducir virus y parásitos en poblaciones humanas que nunca antes habían estado expuestas.
Un ejemplo es su trabajo en Nepal, donde el cambio altitudinal debido al Himalaya ha permitido que enfermedades tropicales lleguen a regiones tradicionalmente frías. A partir de estas observaciones, Parmesan cree que es posible prever futuros brotes al seguir los movimientos de ciertas especies. Una herramienta clave para diseñar políticas públicas, a la que, según ella, “la comunidad médica debería empezar a prestar más atención”.
Fuente: https://elpais.com/clima-y-medio-ambiente/2025-04-22/premio-a-la-investigadora-que-demostro-como-el-cambio-climatico-obliga-a-desplazarse-a-las-especies-con-ayuda-de-una-mariposa.html
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